Cousas
que comenzan por y
Esa nostalxia, as violetas,
una sinatura tan allea ás nosas
linguas,
estar de viaxe, Armenia, signos
estranxeiros,
a capa carnosa que cobre a miña
sensación.
Un país que no existe, a terra
rara septuaxésima,
en vastas extensións o mínimo
elemento para a cópula.
Todo o varón que hai en min,
ás veces ti, e eu outras,
non teño ningunha palabra de
nove letras.
Vítima e verdugo abrazados
nunha soa lingua,
horizontes aos que nos guindar:
ao mar, a Portugal, a España.
O sendeiro impracticable do tao,
gaiolas aladas nos 70,
o vermello das pantallas, algún
metáis prateados.
O punto da túa vida no que non
sabes que decisión tomar,
tres liñas iguais, soñando un
pacto,
a memoria escura da nación
terrible.
A violación do meu nome, o
último que che escribo.
A xuventude, corréndonos entre
os dedos en distintas direccións.
Cando abrimos a porta do cuarto
de baño da poesía
atopamos o pai convertido nunha
rocha.
A mera ocorrencia de que poida
ser un xugo ese sur,
yo-lan-da-cas-ta-ño repetido
ata que non significa nada.
Segundo algún códigos, o meu
número inevitable,
a simultánea prole dunha illa
que implora,
a tormento do modisto, os
cascallos do medievo.
O respectado capricho dos
nacionais patriarcas,
os desvelos do illamento nunha
aldea de Suecia,
o bendito sabor das uvas de
Corinto,
mercé dos teus labios nunha
hora futura
e, entre as pernas, o meu sexo
que tamén comeza
por Y.
―――――――――――
Cosas
que empiezan por y
Esa nostalgia, las violetas,
una rúbrica tan ajena a
nuestras lenguas,
estar de viaje, Armenia, signos
extranjeros,
la capa carnosa que cubre mi
sensación.
Un país que no existe, la
tierra rara septuagésima,
en vastas extensiones el mínimo
elemento para la cópula.
Todo el varón que hay en mí,
a veces tú, y yo otras,
no tengo ninguna palabra de
nueve letras.
Víctima y verdugo abrazados en
una solo lengua,
horizontes a los que lanzarnos:
al mar, a Portugal, a España.
El sendero impracticable del
tao, jaulas aladas en los 70,
el rojo de las pantallas,
algunos metales plateados.
El punto de tu vida en el que no
sabes qué decisión tomar,
tres líneas iguales, soñando
un pacto,
la memoria oscura de la nación
terrible.
La violación de mi nombre, lo
último que te escribo.
La juventud, corriéndonos entre
los dedos, en distintas direcciones.
Cuando abrimos la puerta del
cuarto de baño de la poesía
encontramos al padre convertido
en una roca.
La mera ocurrencia de que pueda
ser un yugo ese sur,
yo-lan-da-cas-ta-ño repetido
hasta que no significa nada.
Según algunos códigos, mi
número inevitable,
la simultánea prole de una isla
que implora,
el tormento del modisto, los
escombros del Medievo.
El respetado capricho de los
nacionales patriarcas,
los desvelos del aislamiento en
una aldea de Suecia,
el bendito sabor de las uvas de
Corinto,
merced de tus labios en una hora
futura
y, entre las piernas, mi sexo
que también empieza
por Y.
Yolanda Castaño
Un cobertizo lleno de
significados sospechosos
(Antología bilingüe)
Prólogo de Adam Zagajewski
Editorial Milenio